El que delinea suavemente los límites
(con la única excepción de las sonrisas)
El que vapulea en lo alto los árboles
como despojándose de antigüedades
como queriendo alcanzar el sol y nunca
nunca, nunca, nunca... el que renueva
el que remueve.
Y cuando era brisa arrulladora
apareciste
y te vi y te rocé y eras tú
eras tú, el que no existe.
Porque en los sueños
cualquier cosa puede ser y no ser.
Igual que en la vida.
Y yo, ya aire travieso, casi galerna
te recorrí ampliamente
de un lado a todos
y sin orden de registro.
Te respiré, o tú a mí, qué mas da eso
y eras tan de carne y de exactitudes
que resultó ser una mentira adorable.
Entonces todo comenzó a volverse etéreo y quebradizo
las mariposas perdían el rumbo, tú te deshacías
y yo solo podía hacerme remolino
corriente, vendaval, tifón
furioso torbellino
un huracán
...
Me desperté
Las 10:45
Madrid: lloviendo