viernes, 30 de mayo de 2014

Insomnio

El insomnio era esto.
La espera des-esperada
de un amor precipitándose
al fondo.
Silencio. Silencio.
Y las dudas gritándole
al alma.
¿Cuánto tiempo hay entre sueño y sueño?
¿Cuánto cuesta quitarse los miedos?
En monedas, digo.
O en miradas cruzadas una noche
cualquiera.
Póngame unas alas para llevar, por favor,
y un par de rodilleras que amortigüen
el golpe.
Que quiero soñar que vuelo
alto, lejos, donde nadie, donde todo.
Y así, cuando despierte
habrán florecido los geranios de mi balcón
y los peces sabrán a nubes
y en las nubes se oirán violines.
Y yo lo llamaré:
el día en que la primavera vino para quedarse.
Pero qué digo, ¡no!
Las lágrimas son demasiado saladas
para regar las flores,
incluso para regar los peces.
Y cada vez quedan menos cumpleaños
para pedir deseos.
Cada vez más voces susurrando:
atrévete, atrévete, atrev…atr….a…

Yo ya no sé si es delirio o duermevela
o el tamborilear desordenado
de la soledad
quien me desvela.