Le debo al tiempo
memorias de unos ratos
en que estrenamos la piel.
Otros ratos fueron
de la calle
y de esos juegos
de risas polifacéticas.
Un tiempo que nunca para,
que corre para ganar al sol
en su carrera por esconderse,
a mí me arruga los gestos
y a ti te hace más grande.
Tanto que hoy te veo aquí
y allí y en las cosas que cambian.
Y nunca para, y nunca paro
de nacer cada segundo.
Este tiempo hoy me dice que
he vivido veinte otoños y
y un sinfín de primaveras.
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